Escudo de Torreón

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viernes, diciembre 02, 2016

Parió la abuela






En 1960, México contaba con 34 millones 923 mil 129 habitantes. Cincuenta años después, de acuerdo a las cifras preliminares del INEGI en torno al censo de población mexicana en 2010, ésta creció a 112 millones 322 mil 757 habitantes. Es decir, en medio siglo, edad promedio de un adulto, el número de mexicanos se había triplicado. Lamentablemente, ni la producción alimentaria ni la oferta de trabajo ha sido multiplicada en la misma proporción "gracias" a las medidas neoliberales y proyanquis de Salinas de Gortari y sucesores en la presidencia de México.

Efectivamente, en 1960 se había alcanzado la autosuficiencia en la producción de maíz y trigo. Existía una clase media con calidad de vida aceptable y con la posibilidad de acumular excedentes a través del ahorro. Cualquier secretaria —y lo digo en serio, yo fui testigo de varios casos— podía comprarse un coche volkswagen con una parte de su sueldo, pues el crédito era accesible, muy bajo en intereses y con largos plazos de pago. 

¿Cómo fue que creció de tal manera la población mexicana? Pensamos que no es muy difícil responder a esta pregunta. En las áreas rurales del país, los brazos adicionales siempre han sido fuente de riqueza. Mientras más hijos nacieran de una pareja, mejores condiciones de vida obtendría la familia en su conjunto. Los hijos eran una buena inversión en el mediano y largo plazo. Y México contaba con un fuerte apoyo al campo en 1960. De una o de otra manera, la agricultura ejidal era negocio.

Pero en las áreas urbanas, el clero alentaba a las parejas católicas, a “tener todos los hijos que Dios les mandara” a la vez que se condenaba el control natal. La comodidad de vida de entonces alentaba a los católicos a crear familias numerosas. Yo creo que si el clero hubiera tenido que aportar una beca para el sustento de cada hijo "mandado por Dios", el discurso clerical providencialista habría sido otro.

La introducción masiva de antibióticos en México al terminar la Segunda Guerra Mundial, y casi simultáneamente, la aparición de vacunas contra las enfermedades de la niñez, fueron innovaciones en la vida sanitaria del país que impactaron de manera dramática, al disminuir las tasas de mortalidad infantil.

Sin embargo, las crisis económicas como las de los sexenios de los presidentes Echeverría, López Portillo, Zedillo, Fox, Calderón, así como medidas equivocadas en torno a la política agraria, como la del presidente Salinas, agravaron la problemática de la población mexicana. Pareciera que en nuestro país, la llamada “Ley de Murphy” ha cobrado plena vigencia. No podemos producir ni siquiera nuestros propios alimentos. Hay que importarlos.  

Se trata de un enunciado que no tiene otra intención que el de hacer reír, pero pareciera que en México, las peores cosas suceden en los momentos más inoportunos, como un disparado crecimiento de población cuando apenas habíamos alcanzado la autosuficiencia alimentaria, o acabar con el productor ejidatario por razón de un “tratado de libre comercio” cuando era bien sabido que la suficiencia alimentaria constituye un problema de seguridad nacional, y que la tasa mexicana de natalidad era tan alta.

Éramos muchos y "parió la abuela". El señor Donald Trump parece haber escogido el momento histórico en que los presidentes mexicanos echaron toda la carne al asador estadounidense, para crear una situación que promete afectar mucho más las condiciones de vida en México. Es verdad lo que mencionan los intelectuales y críticos de la política proyanqui de las altas esferas del gobierno mexicano: los Estados Unidos no tienen amigos, solo intereses. 

Por cierto, los conservadores del siglo XIX, tan atacados por "monárquicos e imperialistas" buscaban también diversificar los mercados con Francia e Inglaterra para no depender solamente de los Estados Unidos. Pero ya sabemos que por la imposición abusiva y unilateral de la "Doctrina Monroe" del vecino del norte, se buscaba conservar a la "América [Latina] para los americanos [estadounidenses]. 




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