Escudo de Torreón

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martes, agosto 04, 2015

Entre la crónica y la historia





En la actualidad, muchas personas se preguntan qué diferencia existe entre las funciones de la crónica y la historia, es decir, entre un cronista y un historiador. La pregunta no deja de ser interesante, y la respuesta, bastante oportuna.

En el siglo XIX, el significado original del término “Chrónica” no había cambiado. “Crónica”, de acuerdo al diccionario de la Real Academia Española, 5ª edición, era la “Historia en que se observa el orden de los tiempos”. Según esta misma fuente, el cronista era “el autor de una crónica o el que tiene por oficio escribirla, “chronicorum scriptor” (es decir, escritor de las crónicas). Por lo general, y como sucedía desde la Edad Media, se trataba del cronista oficial designado para esa tarea.

Con el advenimiento del siglo XX y la aparición de los medios masivos y las telecomunicaciones, surgió una nueva manera de percibir la realidad: la realidad del presente inmediato. Y fue en este momento histórico en que se desarrolla un nuevo oficio: el del cronista de la inmediatez, que corresponde muy bien al del cronista mediático, o sea, la persona que narra sucesos a medida que éstos transcurren. El cronista deportivo es un muy buen ejemplo. Se trata de la persona que tiene por oficio narrar e interpretar la realidad que estamos mirando (en la TV) u oyendo (en la radio).

Esta nueva profesión se basa en la sincronía como estrategia de lectura de la realidad. La sincronía implica simultaneidad entre el hecho, y la narración del hecho. Sin embargo, estos cronistas deportivos nada tienen que ver con las funciones del cronista oficialmente designado para investigar y escribir la historia del lugar. Antes bien, puesto que la percepción de la realidad se ha vuelto más ágil, el cronista oficial incluye en su “presente” los hechos de relevancia social del momento (recordemos que el cronista ordena y registra los hechos partiendo del pasado hasta el presente).

Un cronista oficial puede trabajar, y de hecho trabaja, con las dos estrategias de abordaje del tiempo: la diacronía y la sincronía. Por el recurso de la diacronía (a través del tiempo) puede dar cuenta de los hechos del pasado y aquilatar la importancia que realmente tuvieron (es decir, hacer historia) y por el de la sincronía, narrar e interpretar los hechos del presente, los que son aparentemente relevantes y compartidos por la comunidad, aunque sin haber pasado aún por el juicio de la historia.

Precisamente estas dos maneras de entrar en relación con el tiempo, la diacronía y la sincronía, constituyen la base del doble nombramiento del cronista oficial, primero como cronista (historiador) y segundo, como notario histórico (intérprete y narrador de calidad del presente). Queda claro pues, que en la función de Cronista Oficial y Notario Histórico, no hay falsas disyuntivas entre el historiar y el referir los hechos del presente.

El investigador social que quiere documentar la vida cotidiana de una comunidad en sus diversos aspectos, acude no a la crónica, sino directamente a los archivos mediáticos, es decir, a los archivos de los medios impresos o de los medios audiovisuales. De ahí la importancia de las hemerotecas, filmotecas y fototecas.


La crónica oficial no pretende el registro de todas las actividades de la comunidad sobre una base cotidiana (eso ya lo hacen los medios masivos), sino discernir con inteligencia y consignar cuáles de esas actividades, conductas o fenómenos sociales son y serán verdaderamente significativas para la comunidad.

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