Escudo de Torreón

Escudo de Torreón

domingo, diciembre 06, 2009

Frío de cuerpo y alma



Diciembre ha traído consigo temperaturas invernales. Para quienes no hayan vivido en Torreón, esto puede sonar bastante obvio. Y sin embargo, si algo se puede decir del clima de nuestra ciudad, es que es completamente impredecible. La regla es que no hay regla. Hemos tenido períodos calurosos en diciembre y hasta en enero, años en que pareciera no existió el invierno, salvo por tres o cuatro días. Y ha habido años en que el termómetro bajó a menos once grados Celsius, como sucedió al inicio de la década de los sesentas del siglo pasado.

Durante este otoño 2009 hubo días relativamente fríos y lluviosos en Torreón, con un frío bastante moderado. La mayoría de los jóvenes vestía de manera casi veraniega, y solo algunos portaban suéter. Pero desde hace tres o cuatro días, la percepción del frío ha sido general, pues todas las personas se cubren con chamarras, abrigos y prendas gruesas, particularmente por las mañanas y las noches.

Las temperaturas han estado bajas durante el inicio de las labores cotidianas. Es decir, entre las ocho y las nueve horas, estos días de diciembre hemos tenido temperaturas de cinco, cuatro, tres y dos grados Celsius sobre el cero. Sin embargo, estos han sido días soleados, y la temperatura ha ascendido a medida que transcurre el día, para bajar de nuevo en la noche.

La percepción generalizada de los laguneros es que las fiestas decembrinas son inminentes. Pues mucha gente aquí considera que el frío es mensajero y marco ideal para tales fiestas. Sin embargo, y a pesar de que esta percepción suele ser como un gatillo que dispara las compras de fin de año, la verdad es que el comercio se encuentra grandemente deprimido. Y aunque en otros años, que parecen ya lejanos, el centro comercial se congestionaba con coches y peatones apenas iniciaba diciembre, no ha sucedido así este año.

Los torreonenses hemos tenido siempre la fama de “manirrotos”, es decir, de gastadores. Seguramente las bonanzas algodoneras del pasado nos hicieron espléndidos con nuestros bienes. Sin embargo, se nota que es poca la gente que puede seguir ejerciendo su característica liberalidad. Sobre todo en esta época, se nota que la nuestra se ha convertido en una ciudad triste.

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