Escudo de Torreón

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domingo, febrero 01, 2009

Anécdotas torreonenses de 1906




Un año antes de convertirse legalmente en ciudad, la próspera villa de Torreón estaba ávida de entretenimiento. Tratándose de diversión, igual acudían los torreonenses al circo, a la ópera o a la corrida de toros.

En 1906 se presentó en Torreón el “Circo Treviño”. Este era uno de esos establecimientos circenses que surgieron en México a finales del siglo XIX, como el “Suárez”, el “Metropolitano”, “Hermanos Orrin”, el “Fénix” y el “Atayde”. Los mejores eran el de los Hermanos Orrin, y el Treviño. Este último contaba en su elenco verdaderos artistas; y sobresalía la valerosa señorita Cavalieri en su dificilísimo acto “El doble salto mortal” en un automóvil. Desde luego, para las funciones en Torreón no quedó un solo asiento vacío. Hubo llenos a reventar. Este circo recaudó en nuestra población 100 mil pesetas de la época.

También en 1906, el 15 de octubre, fue inaugurado, con un banquete, el restaurant del Hotel Salvador. Acudieron los miembros más conocidos y acaudalados de la naciente sociedad lagunera. El banquete lo ofrecieron los padrinos del dueño, y el brindis de buena ventura se efectuó con la bebida consentida de la Bella Época: champaña.

Tan solo un día después, a las veinte horas y treinta minutos del día 16, cayó una memorable tormenta que convirtió a Torreón en una laguna. Hubo descargas eléctricas y vientos huracanados. Un rayo inhabilitó las líneas telefónicas de las compañías Sepúlveda y Woessner. Algunos cables eléctricos quedaron caídos y activos, y casi causan una desgracia cuando un tranvía pasaba por los charcos electrificados repleto de pasajeros. El asunto no pasó a mayores gracias a la rapidez del Lic. Mauro Sepúlveda, que desconectó los cables. La tormenta destruyó uno de los generadores de la planta de luz, y parte de la villa quedó sumida en tinieblas por varias noches.

Por esos días se presentaba en Torreón la “Compañía Manini” con un programa de ópera italiana a cargo de M. Lombardi. Pero la tormenta mencionada estropeó las sucesivas presentaciones, por lo imposible que resultaba el tráfico a través de los grandes charcos y el lodo. Y por si fuera poco, también el teatro (el “Ricardo de la Vega”) resultó afectado por el apagón. Pero como el espectáculo, como siempre, “debía continuar”, se usaron velas de estearina para iluminar el teatro, y así presentaron “El Trovador” de Verdi, con la participación de Elisa Valenti, Matilde Campofiore, Felipe D´Ottavi y Ángelo Antola.
Fuente: “El Diario”, jueves 18 de octubre de 1906, p. 2.

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