Escudo de Torreón

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lunes, diciembre 25, 2006

Los "nacimientos" decembrinos



El "nacimiento" como representación artística tradicional del nacimiento de Jesús en Belén, es muy antiguo. Para algunos, fue San Francisco de Asís el que inició esta costumbre navideña. De Italia, se habría extendido al resto del mundo católico en diversas épocas y circunstancias. La era del barroco, que coincidió con la colonización y evangelización del norte de la Nueva España, le dio aún mayor importancia al valor ideológico y litúrgico de las figuras antropomorfas católicas.

Podemos decir que a La Laguna, la práctica de instalar nacimientos llegó con los misioneros jesuitas. Fueron ellos quienes fundaron el pueblo de Santa María de las Parras como centro de su obra evangelizadora, y como capital administrativa, religiosa y cultural de La Laguna de Coahuila y Durango. Por ellos se creó la alcaldía mayor de Parras, La laguna y Río de las Nazas, territorio que abarcaba nuestra Comarca Lagunera de Coahuila y Durango. En alguna exposición de arte jesuita de Parras (Museo Regional de La laguna, INAH) pudimos admirar un San José y una Virgen María de un nacimiento del siglo XVII.

En nuestra comarca, los laicos tenían por costumbre poner en sus casas figuras de la tríada que llamaban el "misterio", a saber, el niño Jesús, María y José. En algunos casos, las figuras sagradas de mayor precio habían sido fabricadas en el lejano oriente, y los rasgos de sus fisonomías marfilinas eran asiáticas. Con su vasto comercio de vinos y aguardientes, la de Parras era una comarca próspera y abierta al comercio. Mapimí lo fue también con sus minerales, aunque no de manera continua, debido al constante ataque de los indios enemigos.

En cuanto a las prácticas religiosas de los laicos, tenemos el ejemplo del indio tlaxcalteca-lagunero de Parras, Lázaro Miguel, que vivió durante la segunda mitad del siglo XVII y principios del XVIII. Él celebraba, al igual que sus contemporáneos, las "levantadas" y "acostadas" del "niño Dios" en la navidad y la candelaria. Su testamento, firmado el 3 de noviembre de 1715, declara, entre otras cosas, la propiedad de "un nacim[ien]to con su tavernáculo pequeño". El tabernáculo servía para guardar, transportar o exhibir. Esto indica que equivalía a nuestro actual pesebre.

Otro indígena lagunero también de Parras, Felipe Cano Moctezuma, bautizado el 13 de febrero de 1659, tenía en su casa un "niño Jesús" al que le brindaba la misma veneración que Lázaro Miguel. Estas costumbres centenarias fueron extendiéndose a todas las poblaciones de la Comarca Lagunera a medida que desde Parras y San José y Santiago del Álamo (Viesca) se iba colonizando el territorio. Los primeros agricultores que fueron poblando el Rancho del Torreón desde 1850, eran personas que provenían de los asentamientos de la hacienda de San Lorenzo de La laguna, y también de Matamoros, o bien de los ranchos y villas de Durango como Mapimí, Cuencamé o San Fernando. Todos ellos traían esta vieja herencia cultural lagunera que se expresaba en la colocación de los nacimientos, y sobre todo, en las "levantadas y acostadas" del niño, con los obligatorios rosarios y letanías.

Al lado de la liturgia oficial o formal de los templos (celebración del Adviento, misa, rosarios) los habitantes de La Laguna contaban con prácticas religiosas seculares. La instalación del nacimiento les permitía celebrar de manera no formal o institucional, aunque sí muy piadosa y sentida, los misterios de su fe. Era una manera de reforzar su identidad católica occidental y de pedir la protección divina frente a la amenaza que representaba la multitud de indios salvajes que merodeaban estas tierras.

Durante el porfiriato surgieron nuevas modas, como la del árbol de navidad, costumbre de origen alemán que pasó a Inglaterra (con la dinastía de Hannover) y de ahí al mundo entero. En la Comarca Lagunera, los habitantes de las áreas rurales o urbanas populares usaban el mezquite para complementar el pesebre navideño. Las familias de origen alemán o estadounidense usaban el pino adornado de candeleros con pequeñas velas.

En muchos hogares de Torreón, los nacimientos han sido desterrados, quedando en su lugar el pino navideño. En cambio, entre las clases populares, el nacimiento no puede faltar, ni la liturgia familiar que se ha desarrollado en torno a la acostada y levantada. Hay madrinas del "niño" e incluso se acuesta a varios "niños" a la vez en un mismo pesebre. La colocación de estos nacimientos populares ha seguido un criterio maximalista es decir, mientras más, mejor. Se les dedica habitaciones enteras, cientos de figuras en una especie de "open house" o casa abierta, donde todos los vecinos que lo deseen pueden transitar y admirar estos grandes nacimientos.

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